MINUCIAS EN LA VIDA

Imágenes de un viaje de ida y vuelta

por Genaro Aguirre Aguilar

Era aún de madrugada, poco después de las 5:30. El objetivo era arribar a la ciudad al rayar las 8 de la mañana, desayunar, arreglarnos y estar a tiempo para la ceremonia. El camino fue difícil: poco acostumbrados a manejar de noche, el trayecto se complicó por tanta lluvia que cayó sobre la carretera, mientras allá en la serranía de los Tuxtlas un mapa nocturno era dibujado por un poderoso rayo surcando en el horizonte. Eran instantes de extraña belleza ver iluminar el cielo por ese halo de luz que definía los bordes de oscuras nubes que amenazaban dejarse caer sobre el asfalto y aquellas tierras que flanquean al río Papaloapan. Mientras tanto, en la cabeza decenas de imágenes apresuradas trataban de mostrar los momentos significativos de una vida que se fue definiendo en alguno de aquellos rincones: los amigos, los maestros, la familia; las travesuras de la niñez, la imaginación que desbordaba las miserias, la ignorancia e ingenuidad propia de aquella edad; los secretos dentro como fuera de casa; los sueños de un futuro distante que terminaron por ser otros, los mismos que aprendieron a reinventarse aquellas tardes cuando la creatividad extraía de la necesidad los trompos, las pistolas y las resorteras modelados sobre troncos; mientras que los coches o las avalanchas diseñadas sobre viejas tablas de madera que sacábamos del basurero municipal. Por el retrovisor veía un futuro y un presente diametralmente distinto. Ninguno de mis hijos ha tenido la ocasión de levantarse temprano un fin de semana para irse al campo a sembrar arroz, chile o caña; ni ella ni él, hacen mandados para llevarse unos quintos al bolsillo; ninguno de ellos sabe de necesidad como tampoco de ganarse a diario el derecho para obtener algún bien material, menos que deben darle masaje a su padre tras horas de arduo trabajo como estibador del pueblo. Los veo durmiendo o adormitados, qué sueñen no lo sé, pero aquel que salió de la ciudad a donde ahora regreso junto a ellos, fue un niño y adolescente también: callado igual que él e inocente a esa edad como ella, pero diferente en las oportunidades que entonces le dio la vida, como aquella que le esperaba. En cambio, frente a ellos, un futuro de zozobra que angustia me provoca. Fue otro pasado, son un par de mañanas que quisiera fueran las mejores. Mientras, despunta el día y es curioso, ha dejado de llorar el cielo, allá arriba aparece una resolana comienza guiñando al día. Para entonces lo único que deseo es que el calor sea benigno con nosotros, por lo menos en esta ocasión tan especial.

1 comentarios:

Ángel Ramos dijo...

En 1957 Ingmar Bergman estrenó una película llamada "Las Fresas Salvajes". La trama gira alrededor del profesor Isak Borg, un viejo que recibirá un homenaje en una universidad. En el camino recordará momentos importantes de su vida. Como cuando salia a cortar fresas salvajes con la mujer que tanto amó.

Su texto me recordó entre otras cosas a esta película, por que su texto es tamben un viaje y aunque siempre tenemos un destino final, los viajes nos llevan a muchas otras partes.

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