MINUCIAS EN LA VIDA

El vía crucis de una infracción de tránsito

Genaro Aguirre Aguilar

Apenas acabo de terminar un proceso que inició aquella mañana cuando un par de minutos bastaron para pagara una infracción de poco más de mil quinientos pesos. Todo comenzó cuando al finalizar mi participación en un programa de radio, llevé a mi hija y un par de primas a uno de los parques de la ciudad. Tras un par de vueltas y no encontrar donde estacionarme, se me hizo muy fácil aprovecharme del instante y detenerme para que bajaran, acompañarlas a los juegos y pedirle me esperarán unos minutos mientras estacionaba el auto. En eso estaba, cuando la mayor me dijo que había llegado la grúa.

Corrí una veintena de metros para impedir el arrastré. Al cruzar las primeras palabras con el oficial, me pidió la licencia y la tarjeta de circulación. Inmediatamente procedí a entregar los documentos, para también darme por enterado que mi licencia estaba vencida. Ante la certeza del hecho y reconocer mi error, asumí la imposición de la multa. Después de recorrer unas cuadras, por la ventanilla el conductor de la grúa pidió me detuviera delante de ella.

Así lo hice hasta que fui llamado para hacerme ver que era preferible buscáramos arreglar la situación. Pedí me dijeran qué procedía. Hablaron de un monto cercano a los 2 mil 500 peso, por lo que benevolentes se aprestaron a pedirme mil 500 pesos. Les agradecí el gesto pero igual argumenté prefería asumir mi responsabilidad, de tal suerte que estaba dispuesto a pagar la infracción.

Total que llegamos a la delegación. Pasé con alguien que supongo era un superior. Me hizo el recuento de lo sabido, por lo que tenía que pagar mil 800 pesos de infracción, más la multa por tener la licencia vencida. Le pregunté por un cajero distinto al que se encuentra fuera del edificio, pues allí no había efectivo. Después de unos minutos volví con el monto de la multa. Cuando se lo di, lo contó frente a mí y extrajo un billete de a 500 pesos, mismo que extendió no sin señalar que para apoyarme no pagaría la multa. Que me devolvía esa parte y ellos se quedaban con el resto.

Volví a agradecer esta oportunidad, como igual dije las razones del porqué quería pagar la multa. Tras una serie de argumentos, me dijo que si lo prefería estaba bien. Pidió a alguien que me acompañara y fuera de las oficinas, sobre el cofre de un auto, otro oficial comenzó a llenar la boleta. Mientras realizaba el llenado y comentaba sobre la situación que estaba viviendo, se acercó alguien más. Supo de mi caso y preguntó porqué no aceptaba “la oferta”: dije que era cuestión de congruencia entre el pensar, decir y actuar. Uno de ellos, preguntó si era cristiano, les dije que no, sino profesor universitario. Media hora después, estaba frente a la caja para pagar una multa mil 554 pesos.

Hoy que he ido a renovar la licencia, a quien me atendió le dije que estaba vencida. Sin decir nada pidió las copias y originales de mis documentos. Hecho esto, me dijo pasara a una de las cajas. Allí pagué $340.00 pesos y después de tomarme la foto, esperé 10 minutos para recibir la nueva licencia. Esperé me dijeran algo, pero no hubo ninguna indicación que no fuera el trámite había sido cubierto.

Total que de los montos hablados por los oficiales, nada. Al final esta irresponsabilidad mía, salió más barata, aun cuando me dijeron que muchos conductores prefieren un arreglo, pues las multas son muy altas. Y creo que sí, porque de la docena de autos que entraron levantados por las grúas, hasta donde pude ver, sólo quien escribe terminó parado frente a la caja.

En verdad fue un vía crucis y todo por querer pagar una infracción de tránsito.

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