MINUCIAS EN LA VIDA



Mi hijo, los adolescente y el rap de PORTA

Genaro Aguirre Aguilar


Durante las dos últimas semanas he tenido ocasión de acercarme a mi hijo desde un marco de referente que pretende ser distinto: más él que yo.

Así, nos hemos dado ocasión de hablar de lo que le importa como de lo que le atrae en este momento de su vida. Complejo, sin duda para desde una mirada adulta posibilitar un entendimiento que parte de racionalidades distintas. Si bien considero que en los últimos tiempos he tenido ocasión de acercarme a los jóvenes, no sólo por mi trato diario con estudiantes o a través de sus profesores con quienes dialogo en postgrado, sino también porque en algunas investigaciones, ellos han sido parte medular del trabajo.

Como quiera que sea, reflexivamente puedo comprender algunas cosas, pero frente a la «realidad» que vive mi hijo, termino por «patinar» en muchos sentidos. Es verdad, considero que frente a él, las palabras van y vienen con poco sentido; por lo menos si lo entiendo o asumo como su padre. La verdad es que desde el primer momento en que me dijo «era diferente», por mi cabeza pasó este lugar común desde donde -en ese periodo- los adolescentes solemos concebimos.

No obstante, algo de cierto hay en eso. ¿Qué es, aún no lo alcanzo a vislumbrar? Como quiera, lo que he comenzado a escuchar es la música que en este momento le atrae, pues si bien durante su aprendizaje musical ha pasado por la «academia», el reguetón, la música pop asiática, en estos momentos se encuentra escuchando a un rapero barcelonés llamado Christian «Porta» Jiménez Bundo. Interesante.

Así que esta semana me he dedicado a escuchar su música, he buscado información sobre él para terminar por reconocer que estamos ante un joven que –aún con sus pocos años (nació en el 88)- se ha convertido en un referente entre un grupo de jóvenes que encuentran en sus canciones una serie de resonancias culturales, sociales, políticas, ideológicas con las que se reconocen; por lo que serían suficientemente válidas para acercarse a escucharlo.

Como es de esperar, a los virginales oídos de muchos de nosotros adultos (incluidos algunos cantantes identificados con el movimiento reguetonero), el mismo sonsonete del rap aburre, desespera; no hay como darse una oportunidad para escuchar y reconocer que se está ante un joven preocupado por decir cosas interesantes especialmente relacionados con el mundo moderno visto y vivido desde los jóvenes, que a veces está fuera del imaginario de los adultos, como de la artesanal y mediocre manera de componer de decenas de «reguetontos», como él les llama.

En verdad, espero que esta forma de acercamiento me permita comprender y entender algunas cosas a través de la propuesta artística de un joven que a sus 12 años –dice- comenzó a entender que escribir era un asunto «serio». Junto a esto, comenzar a ser un interlocutor de mi hijo desde sus propias preocupaciones.

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