
PAULETT SE SUICIDO “ACCIDENTALMENTE”
Edgard González Suárez
12 de abril de 2010
Como van las cosas en el caso de la niña Paulett Gebara Farah, todo apunta a que una vez más las Procuradurías de Justicia, están al servicio de los poderosos económicamente y lejos de esclarecer un crimen, que conmocionó y enfureció a la ciudadanía, seguramente concluirán suicidio o muerte por accidente la de Paulett.
En el fondo del caso de Paulett está la historia sentimental y marital de la pareja de apellidos semitas. Historia que nadie ha mostrado públicamente pero define la situación y el nivel de distanciamiento y confrontación entre los padres. El caso tiene tintes de un enfrentamiento entre los padres de la niña que dejó en medio de las disputas maritales –por infidelidades, jaloneos económicos y desamor en la pareja- la muerte de una hija y la lucha por la custodia de la otra.
El 13 de abril de 2001, los hijos de Bechara Naim Farah, y Lidia Farah de Farah, por la hija y Mauricio Gebara Rubiera y Margaret Rahal de Gebara, por el hijo, padres de los novios, escucharon la misa y junto con la crema y nata mexiquense (más de 600 invitados) desearon el mejor de los futuros para sus hijos. No imaginaron que sólo nueve años después, enterrarían a la nieta más pequeña y presenciarían la mayor de las confrontaciones entre sus hijos: acusaciones elípticas mutuas sobre la desaparición y muerte de su hija la menor.
Comerciante inmobiliario él y abogada ella, tuvieron una luna de miel, de esas a las que solo acceden los privilegiados de éste país: Ixtapa, Los Ángeles, San Francisco y Australia. Pero la Miel duró solo dos años, nació Lisett, primogénita de la pareja, y el distanciamiento paulatino empezó a mellar la relación, tres años después, nació Paulett, prematura a las 25 semanas de gestación, trayéndole discapacidad motora del lado izquierdo en brazo y pierna y problemas de lenguaje.
Lo que pudo ser una oportunidad para que los padres se volcaran en amor y atención a la recién nacida y olvidaran sus disputas, no solo dividió a los padres sino los expuso frente a familiares y amigos, y evidenció el peso y carga de una niña discapacitada que obligaba a ser atendida por ambos, pero cada uno lo hacia por separado. Aparentando la mayor unidad posible frente a los externos pero teniendo peleas y tensiones frecuentes dentro del hogar.
Esta claro el desaseo de la Procuraduría de Justicia del Estado de México, y la relación de comunidad del Procurador Alberto BazBAz Sacal y la familia Gebara Rahal, y el poder político del Gobierno del Estado de México, y por lo tanto, el conflicto de intereses entre el Ministerio Público y la familia en Gebara-Farah. Fue claro el intento de la Procuraduría de señalar a la madre como la autora del crimen: trastornada, sospechosa, fría y cruel, indiciada y arraigada. Pero con el “hallazgo” del cadáver de Paulett, en las narices de la policía y en la recamara donde habían deambulado decenas de personas, la historia dio un vuelco: Descartado el secuestro por externos, se consolidaron dos teorías: Una totalmente inverosímil. Un accidente propició la muerte de Paulett y “nunca nos dimos cuenta” que el cuerpo siempre estuvo en la cama. Teoría que fabrica la Procuraduría Mexiquense y los medios afines. Y otra más coherente hasta ahora. Un autosecuestro entre familiares y una muerte accidental.
Hay quien piensa que la madre quería extorsionar al padre, y con algunos cómplices: hermana, amiga o novio, arrancarle una suma importante de dinero y la niña, en el montaje, se les murió.
Yo tiendo a creer que el padre se llevó a la niña en la madrugada para enloquecer a la madre por su desapego o desatenciones y darle un escarmiento, por sus continuas salidas y parrandas, pero en su huida, para evitar llantos o gritos, le tapo la boca y donde la haya dejado se le asfixió y murió. Cuando se percató –o le avisaron- no tuvo más remedio que regresar el cadáver a su cama y simular el teatro del “hallazgo”. Por eso el apagón y la sospechosa actuación de la policía siempre ayudando al padre e intentando linchar a la madre. La venganza del padre no implicaba llevar a la cárcel a Lisett Farah por homicidio, lo que equivaldría a 50 años de prisión. Y abrir una caja de Pandora para los implicados y para el gobierno del Estado de México. Implicaba imponerle el divorcio, derrotarla moralmente y exhibirla frente a familiares y amistades.
La clave esta en la pregunta ¿quien “sembró” el cadáver? La historia de que el cuerpo siempre estuvo ahí no es creíble para nadie. La teoría de que alguien sembró el cuerpo desacredita al procurador y a la policía. Por eso no dudo de que concluyan que Paulett se “suicido accidentalmente”.
Haya sido quien haya sido tuvo colaboradores, hasta ahora, ni las nanas, ni la famosa “amiga” de la madre, ni el supuesto “instructor”, nadie sabe que pasó o pudo haber pasado. Pero alrededor del padre hay hermetismo, secrecía y sigilo.
Independientemente del circo mediático en que se ha convertido esta historia. Lo que nos deja a la opinión pública es la vulnerabilidad de la ciudadanía, de los inocentes y de los más pobres que no pueden comprar ni manipular la justicia. Siempre al servicio de los más poderosos.
Edgard González Suárez
12 de abril de 2010
Como van las cosas en el caso de la niña Paulett Gebara Farah, todo apunta a que una vez más las Procuradurías de Justicia, están al servicio de los poderosos económicamente y lejos de esclarecer un crimen, que conmocionó y enfureció a la ciudadanía, seguramente concluirán suicidio o muerte por accidente la de Paulett.
En el fondo del caso de Paulett está la historia sentimental y marital de la pareja de apellidos semitas. Historia que nadie ha mostrado públicamente pero define la situación y el nivel de distanciamiento y confrontación entre los padres. El caso tiene tintes de un enfrentamiento entre los padres de la niña que dejó en medio de las disputas maritales –por infidelidades, jaloneos económicos y desamor en la pareja- la muerte de una hija y la lucha por la custodia de la otra.
El 13 de abril de 2001, los hijos de Bechara Naim Farah, y Lidia Farah de Farah, por la hija y Mauricio Gebara Rubiera y Margaret Rahal de Gebara, por el hijo, padres de los novios, escucharon la misa y junto con la crema y nata mexiquense (más de 600 invitados) desearon el mejor de los futuros para sus hijos. No imaginaron que sólo nueve años después, enterrarían a la nieta más pequeña y presenciarían la mayor de las confrontaciones entre sus hijos: acusaciones elípticas mutuas sobre la desaparición y muerte de su hija la menor.
Comerciante inmobiliario él y abogada ella, tuvieron una luna de miel, de esas a las que solo acceden los privilegiados de éste país: Ixtapa, Los Ángeles, San Francisco y Australia. Pero la Miel duró solo dos años, nació Lisett, primogénita de la pareja, y el distanciamiento paulatino empezó a mellar la relación, tres años después, nació Paulett, prematura a las 25 semanas de gestación, trayéndole discapacidad motora del lado izquierdo en brazo y pierna y problemas de lenguaje.
Lo que pudo ser una oportunidad para que los padres se volcaran en amor y atención a la recién nacida y olvidaran sus disputas, no solo dividió a los padres sino los expuso frente a familiares y amigos, y evidenció el peso y carga de una niña discapacitada que obligaba a ser atendida por ambos, pero cada uno lo hacia por separado. Aparentando la mayor unidad posible frente a los externos pero teniendo peleas y tensiones frecuentes dentro del hogar.
Esta claro el desaseo de la Procuraduría de Justicia del Estado de México, y la relación de comunidad del Procurador Alberto BazBAz Sacal y la familia Gebara Rahal, y el poder político del Gobierno del Estado de México, y por lo tanto, el conflicto de intereses entre el Ministerio Público y la familia en Gebara-Farah. Fue claro el intento de la Procuraduría de señalar a la madre como la autora del crimen: trastornada, sospechosa, fría y cruel, indiciada y arraigada. Pero con el “hallazgo” del cadáver de Paulett, en las narices de la policía y en la recamara donde habían deambulado decenas de personas, la historia dio un vuelco: Descartado el secuestro por externos, se consolidaron dos teorías: Una totalmente inverosímil. Un accidente propició la muerte de Paulett y “nunca nos dimos cuenta” que el cuerpo siempre estuvo en la cama. Teoría que fabrica la Procuraduría Mexiquense y los medios afines. Y otra más coherente hasta ahora. Un autosecuestro entre familiares y una muerte accidental.
Hay quien piensa que la madre quería extorsionar al padre, y con algunos cómplices: hermana, amiga o novio, arrancarle una suma importante de dinero y la niña, en el montaje, se les murió.
Yo tiendo a creer que el padre se llevó a la niña en la madrugada para enloquecer a la madre por su desapego o desatenciones y darle un escarmiento, por sus continuas salidas y parrandas, pero en su huida, para evitar llantos o gritos, le tapo la boca y donde la haya dejado se le asfixió y murió. Cuando se percató –o le avisaron- no tuvo más remedio que regresar el cadáver a su cama y simular el teatro del “hallazgo”. Por eso el apagón y la sospechosa actuación de la policía siempre ayudando al padre e intentando linchar a la madre. La venganza del padre no implicaba llevar a la cárcel a Lisett Farah por homicidio, lo que equivaldría a 50 años de prisión. Y abrir una caja de Pandora para los implicados y para el gobierno del Estado de México. Implicaba imponerle el divorcio, derrotarla moralmente y exhibirla frente a familiares y amistades.
La clave esta en la pregunta ¿quien “sembró” el cadáver? La historia de que el cuerpo siempre estuvo ahí no es creíble para nadie. La teoría de que alguien sembró el cuerpo desacredita al procurador y a la policía. Por eso no dudo de que concluyan que Paulett se “suicido accidentalmente”.
Haya sido quien haya sido tuvo colaboradores, hasta ahora, ni las nanas, ni la famosa “amiga” de la madre, ni el supuesto “instructor”, nadie sabe que pasó o pudo haber pasado. Pero alrededor del padre hay hermetismo, secrecía y sigilo.
Independientemente del circo mediático en que se ha convertido esta historia. Lo que nos deja a la opinión pública es la vulnerabilidad de la ciudadanía, de los inocentes y de los más pobres que no pueden comprar ni manipular la justicia. Siempre al servicio de los más poderosos.
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