MINUCIAS EN LA VIDA






Entre el gozo familiar y lo cursi de un fin de semana



Genaro Aguirre Aguilar



Entre lo melancólico y la cursilería, hay ocasiones en que prefiero lo cursi, especialmente cuando se trata de mostrar algún sentimiento que sea capaz de colocarnos frente al espejo para reconocer que seguimos siendo los mismos de siempre. Tal experiencia la volví a vivir el pasado fin de semana, cuando por motivo del Día de las madres, me dejé llegar hasta la casa de mis padres. Como lo había imaginado y ya lo anticipara a un grupo de estudiantes, cuando mi madre me vio frente a su puerta con un ramo de flores, su especial sentido del amor se dejó escuchar con una expresión cuenqueña.


Con la sonrisa en el rostro ambos nos abrazamos y sin preguntar me sentó a la mesa para compartir conmigo un rico tamal de masa que mi abuela paterna le había convidado. Tras una charla acompañada por un café de olla, pasamos a repartir los regalos. Junto a mi mamá, una tía y mi enferma abuela, sonreíamos por las ocurrencias del instante, recordando algunos pasajes donde el desvarío de quien parece muestra cansancio ante la vida, ha provocado algunos desencuentro con mi papá.


Al rato, me encaminé a la casa de la abuela materna, pero contrario a lo acostumbrado no estaba: dejé sobre su mesa un ramo de flores y un CD de regalo. Más tarde regresaría para verla intrigada viendo el ramo y tratando de reconocer qué era lo que guardaba una pequeña caja con una flor de adorno en uno de sus márgenes. Cuando sintió mi presencia, las lágrimas se dejaron escurrir por su mejilla mientras agradecía la sorpresa de estar ahí aquel día.


Abrió el regalo y se dio cuenta que era un disco de Roberto Carlos, un En vivo del concierto que diera en la ciudad de Miami. Como es propio de esos momentos, nos dispusimos a verlo. Comentando la admiración que por el cantante brasileño sentía, de lo bien que se vestía, de lo emocionada que estaban los asistentes, del reconocimiento de cada una de las canciones, poco a poco una extraña sensación me fue arropando. Apenas era "Cama y mesa" la cuarta canción, cuando por mis ojos asomaron las primeras lágrimas al recordar aquellos tiempos mozos y el aprendizaje que en familia comencé a construir de la mano de aquel cantante.


En el clímax, Un gato en la oscuridad coronó una mañana que ha de subrayar parte de nuestras biografías familiares, especialmente cuando al mediodía junto a mis dos abuelas y mis padres, bromeábamos degustando unas ricas carnitas. Sólo por la ocasión, pues al otro día –según anunciaron- la comilona sería como acostumbran: rica, gozosa y abundante.

4 comentarios:

Giorgio Campa dijo...

Muy probablemente, cuando miramos al pasado, nos damos cuenta de la infinidad de encuentros y desencuentros que hemos tenido con personas que han ido dejando huella en nosotros. Y que mejor que disfrutarlos de manera completa y envolvente.
En mi experiencia, puedo decir que esos momentos son los que le van dando contenido y sentido al día a día y que aunque tengamos un sin fin de proyectos a futuro, aquello que permanece cobra un valor indescriptible.
En vida es como disfrutamos de los frutos de lo que vamos cultivando, y que en ocasiones perdemos la oportunidad para seguirlo haciendo.
Me parece que siempre hemos de darnos tiempo para disfrutar con los seres queridos y lo que están por serlo, pues en complicidad nos convertirnos testigos unos de otros de nuestros devenires.
Dichosos quienes logran encontrar en los pequeños encuentros lo grande de esta vida! Y sí, de acuerdo contigo, que viva Touraine, Castells, Moran y la madre que nos parió!! También hago votos por disfrutar de lo cursi, de la lágrima y del encuentro festivo y emotivo con aquellos con quienes hemos dejado algo más que recuerdos.

Genaro Aguirre dijo...

Mi estimado Jorge:
Comparto contigo, que vivan nuestros consentidos, pero también que haya lugar para todos esos otros que al final del día siempre estarán y tal vez teniendo más importancia que aquellos con quienes pretendemos ver el mundo con otros ojos.

Anónimo dijo...

Quien diria que el Dr. Genaro llora y es cursi, pero para quienes tenemos la fortuna de compartir momentos fraternos eso ya no asombra, simplemente reafirma la calidad humana que tiene y que denota a simple vista.

Esperanza Parax dijo...

Tus reflexiones me han hecho recordar mi infancia en casa de mi abuela, aaah que tiempos esos tan sencillos, llenos de alegría, no sabes cuánto los añoro, dichoso tú que aún tienes la fortuna de tener a tus abuelitas, sobre todo en un día tan memorable como el 10 de Mayo, Enhorabuena!!!

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