El Nobel a Vargas Llosa


MINUCIAS EN LA VIDA


Lejos estoy de ser especialista literario, acaso un simple mortal que suele tener como hábito el goce de la lectura de un «buen libro». Algunos de ellos suelen ser cobijados por la crítica literaria, pero otros el buen cobijo sólo lo reciben en casa cuando la historia hizo de las tardes/noches un momento de disfrute.


Pues bien, entre los autores a quienes seguimos la huella desde nuestros años mozos es Mario Vargas Llosa, escritor nacido en Perú que hoy ha hecho suya la nacionalidad española, y sin duda uno de los representantes más importante de lo que se conociera como el boom latinoamericano. El mismo que desde finales de los 60 rompiera con la ideología de izquierda y apostara más bien por una democracia liberal, pese a la cercanía que llegó a tener con personajes de la historia latinoamericana como Fidel Castro, incluso el mismo García Márquez.


Hoy el hombre de letras, el escritor quizá más sistemático y consistente de su generación, ha obtenido el Premio Nobel de Literatura 2010 por "su cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistencia, rebelión y derrota del individuo", según dijo el presidente de la academia.


Candidato natural a este importante galardón año con año, Vargas Llosa se ha dado el lujo de reunir en su obra tendencia literarias tales con la novela, el cuento, el teatro, el ensayo, la crítica; pero sin duda es en el caso de la novela donde como lector tendríamos que agradecer la ocasión para viajar a través de la historia para -desde su mirada-, conocer de cerquita a muchos personajes que hoy aguardaran para que otros lectores los descubran.


Desde este rinconcito, gracias al autor de La ciudad y los perros, Conversación en la catedral, La fiesta del chivo, La guerra del fin del mundo, El paraíso en la otra esquina, La casa verde, Pantaleón y las visitadoras, Las aventuras de la niña mala, entre tantas otras obras que no sólo han permitido recrear universos fantásticos, bucólicos, cotidianos sino dejarse abrazar por una imaginería capas de deambular por cualquier tipo de lugar donde se respiren anécdotas, pasajes, querencias, pasiones que enriquezcan su imaginación y oficio.

No tendríamos que dudarlo, el Nobel fue por su obra y no por sus "opiniones políticas", como el también ha manifestado.


Como en la muerte y en el reconocimiento, sin duda las librerías desempolvarán su obra, nada como una oportunidad para leerlo o bien esperar su próxima obra programada para salir en los siguientes meses.



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