LA REVOLUCIÓN SILENCIOSA DE LAS MUJERES

Impulsan la excelencia en la educación

Mtra. Celia Rosado Romero[1]

En México, 48 % de las mujeres, señala que en su familia se les ha dado menor libertad que a sus hermanos varones, denuncia la (UNIFEM) Fondo de Naciones Unidas para la Mujer y el Consejo Nacional para Prevenir la discriminación, por tanto, existe todavía tendencias generales de la situación de las mujeres en relación con la familia y el trabajo cuando estamos empezando un nuevo siglo.
Llama la atención la ambivalencia en las posiciones de las mujeres en especial en el ámbito laboral. En todas las áreas se aprecia la permanente paradoja entre los aportes económicos y familiares de las mujeres y las grandes carencias en participación y representación. Esta contradicción queda más evidente en relación con las grandes trabas para traducir las demandas de políticas efectivas del Estado que mejoren su condición y tiendan a modificar el sistema de género en el plano cultural y laboral.
Sin embargo, a pesar de todas las marginaciones que por su género han padecido por siglos las mujeres, hoy es posible observar que a medida que la condición de mejora es evidente, existe una lucha feroz e incesante por “femenizar” espacios para demostrar la capacidad de las mujeres y convertirse en pilares para la excelencia de la educación e impulsar el desarrollo de México.
A través de una investigación de la UNAM (Presencia de mujeres y hombres en la UNAM: una radiografía) se revela que la participación global de las mujeres en esa institución superior, regidora de los adelantos científicos y tecnológicos del país, ha mostrado un incremento notable de 1980 a la fecha, al pasar la matricula total de 35 % a principios de la década a 52 por ciento en la actualidad. Los datos son reveladores, en el más reciente semestre de 2006-1 fue de 304 mil 230 estudiantes, de los cuales 50.4 por ciento, 153 mil 263 correspondieron al sector femenino, mientras que para el sector masculino representaron 49. 6 por ciento con 150 mil 967 sujetos.
Ese mismo estudio elaborado por la Comisión de Seguimiento a las Reformas de la Equidad de Género y el Programa Universitario de Estudios de Género, denota cómo en los pasados 25 años ha decrecido el ingreso de los varones al sistema educativo superior en la UNAM.
Pero todavía son más precisos al puntualizar que cifras similares se han detectado en el sistema de bachillerato y licenciatura, con una diferencia porcentual de ocho puntos, sin dejar fuera los niveles de posgrado, donde existe una matricula de 9 mil 498 (45.8% ) mujeres de los 20 mil 747 estudiantes registrados.
Desafortunadamente y a pesar de la demostración de mejora del sector femenino, disminuyen los ingresos que generan y el prestigio asociado a su desempeño. Los hombres y las mujeres no ejercen los derechos de la misma manera, ya que ellas ganan menos que los hombres, lo que hace pedazos el principio constitucional de que a cargos iguales, sueldos iguales, de la misma manera podría ejemplificarse al reconocimiento y su representación institucional en cargos de liderazgo.
La investigación es el reflejo de lo que sucede en toda América Latina y el Caribe, donde la “revolución silenciosa” de las mujeres en las universidades de 19 países de la región actualmente es de 54.4 % de quienes asisten a las aulas de clase, pese a que ellas obtienen un titulo con una mejor trayectoria académica que sus compañeros de aula, en los últimos 30 años el mercado laboral no ha presentado cambios sustanciales.
Así, en niveles de cargos de decisión a nivel directivo de gobierno y empresas en los 19 países latinoamericanos, se encontró que sólo el 31 por ciento lo ocupan las mujeres frente a un 69 % de los varones. Lo que sigue siendo una desigualdad que es reconocida por el Banco Interamericano de Desarrollo y que refuerza las demandas genuinas de ese sector.
México ocupa la posición 75 en un listado de 115 países elaborado por el Foro Económico Mundial, que compara la oportunidad económica, el poder político, la educación y el acceso a la salud entre hombres y mujeres, por ende seguimos demostrando al mundo que la “cultura machista” es parte de la cotidianidad de los mexicanos.
El significado de las modalidades de participación y de exclusión depende de los ámbitos donde se producen y el significado atribuido por los actores. En las universidades el rol de sumisión de la mujer esta cambiando, inclusive, carreras que tipificadas como “masculinas” han dejado de serlo pues la capacidad no se mide por género, así las discriminaciones son percibidas también subjetivamente. ¿Cómo viven las mujeres la situación de desigualdad y los cambios en términos de negociación, resistencia, enfrentamiento y también "resignación" en los espacios laborales y familiares?
En este plano, cabe distinguir la situación de las viejas y las nuevas generaciones. ¿Parten las más jóvenes de un "piso" más alto en sus negociaciones? La negación de las nuevas y sutiles formas de las discriminaciones por parte de las más jóvenes, aliada con el creciente individualismo y la exaltación de una aparente igualdad propia de los sistemas más modernos, obstaculiza el cambio de las estructuras de género al hacer invisibles en la conciencia subjetiva los nuevos aspectos de subordinación. Sin embargo, también portan como generación mejores oportunidades educacionales, ocupacionales y un nuevo enfoque hacia la familia.
La hegemonía masculina pone en riesgo el desarrollo de un país pues marginar a un sector de la población que representa, como en México más de la mitad en algunas regiones, y pone en duda el tránsito a la democracia que tanto se argumenta en los discursos oficiales.
A este respecto se refiere el Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), maestro Emilio Álvarez Icaza Longoría, cuando afirma: “En la medida en que vayamos avanzando y entendiendo que este es tipo de discusiones son del interés y prioridad de los hombres, enfrentamos nuestras debilidades, injusticias, miserias y aciertos. Esta radiografía es un valioso espejo; nos desnudó y vemos que tenemos mala posición, que estamos gordos, que tenemos joroba. Nos vemos al espejo y no nos gustamos. Al menos como universitarios hay cosas que no me gustan, me preocupan, me alarman, me indignan.”


[1] Mtra. Celia Rosado Romero, docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, UV

0 comentarios:

Publicar un comentario