
Otros matices de la brecha generacional
Genaro Aguirre Aguilar
¿Quién fue Salvador Allende, profesor? fue la pregunta que detonó una expresión gutural que cimbró el amodorramiento de aquella veintena de estudiantes universitarios hace algunas mañanas. En un instante la moción se ligó con la razón como para tratar de dimensionar una intervención que sacudió los lugares comunes desde donde casi siempre los profes atendemos este tipo de preguntas. “Interesante”, atiné a decir para conducir una reflexión en voz alta que colocará sobre la mesa preguntas antes que respuestas, valoraciones antes que descalificaciones. Ellos antes que su profesor.
Curioso, pero eran estudiantes que hacía poco habían participado en una serie de actividades con motivo del «2 de octubre», por cierto muchos de los cuales no llegaron a entender si era una «conmemoración» o un «celebración». Nada tan lejano como pensar que esto es una inconsistencia universitaria, después de todo, quienes piensen que tener la referencia de este personaje o tal acontecimiento es obligado, es anteponer la biografía y la propia trayectoria del académico, que atender las circunstancias o el mismo corazón formativo de estas nuevas generaciones. Si el mundo actual se define más por lo pragmático, inmediato y efímero que por lo utópico o histórico, porque referencias propias de una realidad que fue y no volverá a ser, ni en lo geopolítico, ni mucho menos ideológico, tienen que llevar al desgarramiento de vestiduras.
Lo que a veces perdemos de vista al abordar estos temas, es el presente. Es decir, en una situación de aula donde coinciden trayectorias definidas generacionalmente de manera diversa y distinta, la búsqueda de significación de estos pasajes históricos debieran concebirse y construirse de manera diferente; pues si queremos alcanzar un aprendizaje significativo para que el joven entienda que hubo un tiempo cuyo horizonte hablaba de otro mundo posible, las historias como los personajes tendrían que dialogar con otros, para pasar de lo anecdótico a la sedimentación de un entendimiento que vea mejor un futuro, desde su presente.
No podemos olvidar que hablamos de sueños que ya no son realidades, de una retórica política inconsistente y una acción académica plagada de incongruencias; de un estudiantado que ha vivido un proceso de formación remendado por todos lados; de un paisanaje sin motivaciones afines a las generaciones pasadas, cuando el mundo se dividía en dos partes (e veces hasta en tres, dependiendo del contexto), cuando lo cotidiano estaba hecho –entre otras cosas- de esperanzas (a veces demasiado ingenuas), de anhelos, de un bienestar colectivo. Hoy, esto brilla por su ausencia.
2 comentarios:
Me recordaste mucho a Walter Benjamin. Su desesperación ante quienes parecían diferir el momento de la actuación del presente a un futuro postergable eternamente. Es ahora, es ahora, decía Benjamin. Y para eso se pensaba el pasado con dedicatoria al presente. De otro modo, simplemente no servía de nada.
Te agradezco lo que siento es un bondadosa osadía. Viniendo de ti es noble el gesto.
Creo que esto que dices es lo que en el fondo muchos sentimos.
Hace un día lo charlaba con otros compas, creo que podemos ir preparando un cuaderno o algunas actividades en torno a esto.
saludos
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