UNA GUERRA SIN CUARTEL
Edgard González Suárez/18 de Junio 2010
La ofensiva desatada por el Partido Acción Nacional, su candidato en Veracruz y el Gobierno Federal vienen a corroborar lo que días antes habíamos mencionado en esta columna, dijimos que si el objetivo político era descarrilar (deslegitimar y judicializar) la elección en Veracruz, era necesaria la intervención y la participación del Gobierno de Felipe Calderón.
Por las condiciones objetivas y subjetivas de la correlación de fuerzas partidarias e ideológicas en el Estado, no había la menor oportunidad de que el PAN obtuviera el triunfo electoral el 4 de julio.
Nadie, a excepción del Estado (CISEN) tiene la infraestructura tecnológica para “alambrear” los teléfonos privados de los funcionarios y de los ciudadanos en el país. Y solo con la participación de esta institución, bajo instrucciones de la Secretaria de Gobernación y de la propia Presidencia de la República, se pueden estar “monitoreando” las llamadas telefónicas que hacen los funcionarios, diputados, candidatos, personal de confianza, el Gobernador, etc. Aún y cuando los temas de esas conversaciones sean sobre asuntos públicos. Son públicos los asuntos, no las conversaciones.
El que un particular pueda intervenir los teléfonos, no solo es ilegal sino antiético, toda vez que por definición las conversaciones son privadas, incluyendo las que se hacen desde oficinas públicas o se hacen por funcionarios públicos. Las conversaciones –telefónicas o no- son siempre privadas, a menos que una de las partes promueva un consenso, y que este sea aceptado, para hacerla públicas.
El affaire, puso de relieve dos asuntos torales para la ciudadanía y para la calidad de la democracia en Veracruz y en el país.
Por un lado, dejó al desnudo un sistema de operación política-electoral utilizado por todos los gobiernos y todos los gobernadores, de todos los partidos y de todos los colores. Lo cual niega la vigencia de las más elementales reglas electorales: Ningún Gobierno debe usar los recursos públicos a favor de ningún candidato, y desde luego extravía principios como equidad, e imparcialidad, en la justa electoral. Además de que vuelve etéreos conceptos como el denominado “topes de campaña”.
Por otro lado, deja ver las entrañas de una guerra sin cuartel, donde todo es permitido (puesto que no hay sanciones), desde las campañas negras (de desprestigio y calumnia), el uso de los programas asistenciales, el terror psicológico (como la ola de crímenes contra empresarios veracruzanos), hasta los levantones, las amenazas directas, o la intervención telefónica de los involucrados.
El escenario esta en crisis, las reglas son insuficientes, los jugadores se juegan su permanencia como tales, nadie puede llamarse a victima, de hecho, la clase política es la victimaria de una democracia de cartón: Dura cuando se requiere y dúctil cuando les beneficia.
Había otras maneras de “demostrar” trampas en la elección. Ni un diputado panista, ni convergente, ni perredista, en el Congreso Local, dijo jamás nada. De hecho no se recuerda ninguna participación de la “oposición”, oponiéndose a los programas y proyectos de Fidel. Se recuerda en cambio su noble y prístina actitud para votar a favor de las propuestas del Gobierno.
Existe el Consejo General del Instituto Electoral Veracruzano, nadie sabe que hacen los representantes de la oposición en dicho consejo. Han sido los candidatos al Gobierno de las dos coaliciones distintas al PRI, los que han manifestado su malestar y su indignación por la intervención del Gobierno en la elección. No se sabe de ninguna marcha, plantón, denuncia, etc. sobre el tema.
Por qué la oposición dejó que Fidel llegará a los máximos puntajes de popularidad 8.9, muy por arriba de los 5.4 de Calderón, porque nunca fueron oposición.
Se requería, sin duda, del apoyo del Gobierno Federal, para arrinconar a Fidel. El escenario esta en crisis, vamos directo a un conflicto poselectoral mayúsculo y proporciones insospechadas. Pierda quien pierda, este buscará a toda costa arrebatar la elección. La democracia de a mentiritas.
Decir que el PAN actúa por desesperación me parece aventurado, decir que Fidel pecó de ingenuo o soberbio, también.
Asistimos a la ruptura de pactos, acuerdos y reglas. El candidato del PAN siente estar muy cerca de la victoria de ahí que busque una rebanada de los indecisos, aquellos que podrían desequilibrar la elección. El target de todos estos movimientos –detenciones, patrullajes, crímenes, audios y videos, etc.- no es el priísta corporativizado, es la clase media ilustrada, el empresariado veracruzano para que rompa su alianza con Fidel, los indecisos dentro de las clases populares, los reflexivos del voto, el que se sentía satisfecho y apático y ahora será convocado –a través de la televisión-a votar contra Fidel y su candidato.
Es la guerra sin cuartel, y de no ser Oaxaca, el 5 de julio, Veracruz podría ser territorio de nadie.
0 comentarios:
Publicar un comentario