DON SAMUEL RUIZ Y LA TEOLOGIA DE LA LIBERACIÓN

VÉRTICE POLÍTICO
Edgard González Suárez/28/Ene/2011

DON SAMUEL RUIZ  Y  LA TEOLOGÍA DE LIBERACIÓN:
Hace 30 años, participe activamente en las comunidades eclesiales de base (CEB), organizábamos centros de lectura, alfabetización, acopio de víveres y ropa, talleres de oficios, etc., en las colonias populares y marginadas de la ciudad de México. Nuestro centro de reunión era CENCOS, el Centro Nacional de Comunicación Social, en la colonia Roma. Los nombres de los padres Sergio Méndez Arceo, Samuel Ruiz, Raúl Vera, José A, Llaguno, y de laicos como Don Pepe Álvarez Icaza, nos eran familiares; activistas, talleristas, catequistas, nos coordinábamos para llegar a la colonia y “trabajar” todo el día a favor de los pobres. A mi edad poco comprendía de los motivos evangélicos de la Teología de la Liberación.
En la Segunda Conferencia de Obispos Latinoamericanos, realizada en Medellín (1968), e inspirados por las reformas del Concilio Vaticano II, los asistentes, examinaron el papel social de la Iglesia en sus países. Tras intensos debates filosóficos, epistemológicos, teológicos e ideológicos los obispos llegaron a varios acuerdos:
1.     La Iglesia debería denunciar la opresión sistemática que viven los pobres en cada uno de sus países.
2.     Denunciar la explotación del Tercer Mundo por las naciones industrializadas y exigir reformas estructurales para la región con el objeto de superar la condición de pobreza que caracteriza a todo el continente.
3.     Además, los obispos declararon que la Iglesia de Latinoamérica contenía una misión distinta a la de la Iglesia de Europa (que en realidad era una Iglesia distinta) y le otorgaban una función política activa.
4.     Se comprometieron activamente junto a los pobres para luchar organizadamente para cambiar sus condiciones de pobreza.
A esta postura eclesiástica se le conoció como Teología de la liberación, una corriente interna de la Iglesia Católica que optaba por lo pobres de América Latina y del tercer mundo, que llegó a adquirir influencia en varios de los procesos de transformación en las distintas regiones donde se practicó la nueva fe.
El peruano Gustavo Gutiérrez, los brasileños Leonardo Boff y Antonio Pereira, los Mexicanos Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruíz, el salvadoreño Oscar Romero, los nicaragüenses Fernando y Ernesto Cárdenal y miles de obispos, catequistas, y sacerdotes dieron vida práctica a la fundación de la Iglesia de los Pobres que combina la reflexión del evangélico con la organización popular y el activismo socio-político.
Por sus críticas y exigencias de cambio y transformación, los poderes establecidos (el dinero, la banca, las corporaciones transnacionales, los poderes militares y la Iglesia histórica), los condenaron, acusaron y persiguieron al movimiento en su conjunto, acusándolos de marxistas y de estar aliados a los grupos guerrilleros en todas las zonas del mundo. África, Asia y Latinoamérica, los continentes más expoliados por estos poderes, fueron el recipiente de las nuevas ideas y propuestas de organización de un modelo de Iglesia más comprometida con los pobres y con la justicia social.
“En el proceso de liberación se percibe y se experimenta cómo, en  última instancia, la acción salvífica de Dios tiene lugar en la historia. Dios se presenta como acontecimiento de sentido, de esperanza y de futuro,  precisamente para quien se compromete en el movimiento de liberación.
Y cuando más inviable nos parece la salida de la liberación, más se nos abre el camino de la esperanza, de la experiencia de un Dios que no abandona a su Hijo en la cruz. Así como Jesús, en la inviabilidad total de su liberación de la muerte, experimenta al Padre entregando confiadamente en sus manos su espíritu, también la Iglesia de los pobres experimenta a ese mismo Dios, como Jesús, en la lucha por sus justas reivindicaciones y por su plena liberación”…“La Iglesia de los pobres es aquella que encuentra en el mundo de los  pobres su centro de inspiración, su principio hermenéutico, su elemento  histórico de configuración. Como una Iglesia de los pobres y a partir de los  pobres, vuelve a pensar en su esencia, en su misión dentro de esta  perspectiva del pobre”. (1)

Los teólogos de la liberación experimentan el contacto de Dios en el pobre, como sujeto de su liberación, supone que el pobre aún y cuando no tenga conciencia de su organización y ni siquiera de su pobreza, es el elemento central de una nueva práctica evangélica.

El pobre organizado ha despertado a la Iglesia y la ha llevado a experimentar aún más fuertemente a Dios en el pobre más pobre todavía, en el alienado, en el excluido social, en el totalmente marginado.

“El pobre colectivo organizado en movimientos sociales de base, ha  hecho que la Iglesia descubra no solamente la relación entre experiencia  de Dios y la praxis liberadora, entre la presencia de Dios y la exigencia de  compromiso social, sino también la de la gratuidad  absoluta de esa  presencia de Dios, de la contemplación de Dios en el rostro de cualquier pobre. En esta experiencia de Dios la Iglesia de los pobres entra en  comunión con la Iglesia desde sus orígenes, que siempre reservó una  especial atención a los pobres. Además de eso, en el amor a los pobres  ella reconocía el propio camino escogido por su maestro Jesús para  revelar su experiencia de Dios Padre. La autenticidad evangélica de esa  experiencia se manifestó soberanamente en el testimonio que la Iglesia de  los pobres dio al asumir el amor a los mismos hasta el límite de la entrega de su propia vida en la persona de muchos de sus mártires”.(idem)


Samuel Ruiz, no solo optó por lo pobres, optó por los indígenas de Chiapas, quizá las etnias más empobrecidas de nuestro país. Su labor pastoral es reconocida en el mundo, y sobre todo en las corrientes progresistas y liberadoras del catolicismo. Vivió casi toda su vida en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Don Samuel fue obispo de la diócesis de San Cristóbal más de 40 años, y fundó en 1989 el Centro de Derechos Humanos “Fray Bartolomé de las Casas”, y lo hizo eje de la defensa de los indígenas chiapanecos.

La lucha para abatir la pobreza continúa, las formas han variado. Las organizaciones se han transformado. Pero Don Samuel, dejó un legado esperanzador y su muerte es sentida por cientos de miles, quizá millones  de oprimidos en este país.




















(1) LA IGLESIA DE LOS POBRES, LUGAR PRIVILEGIADO PARA LA EXPERIENCIA DE DIOS.  Por: Pbro. Lic. Carlos Alfredo Rivero Pérez, Vicario Episcopal para Oriente de la Iglesia Católica Reformada de Venezuela, Rito Anglicano.

0 comentarios:

Publicar un comentario