GUERRERO Y VERACRUZ


VÉRTICE POLÍTICO
Edgard González Suárez/31/Ene/2011


GUERRERO Y VERACRUZ

Con más de 100 mil votos de diferencia Ángel Aguirre de la coalición perredista “Guerrero nos une”, obtuvo el triunfo sobre el candidato del PRI y la coalición “Tiempos mejores para Guerrero” de Manuel Añorve. La coalición perredista realmente encabezada por Marcelo Ebrard y Jesús Ortega, festejaron el obús al plexo solar del Priísmo nacional.

Efectivamente, la todavía Presidente Nacional del CEN del PRI, Beatriz Paredes clamó abusos, inconsistencias, engaños y “juego sucio de alianzas con ideologías extremas”. Ni Beatriz, ni Peña Nieto, ni Moreira, se aparecieron a apoyar a su “candidato” al finalizar el cómputo preliminar del IEEG.

Las ausencias denotan la cara de la derrota estratégica sufrida por la causa a favor de Peña Nieto, muestran el dolor y a la vez lo frágil de la candidatura del mexiquense, quien pudiera verse en problemas a lo interno para consolidar su proyecto.

Dentro de ocho días es muy probable que nuevamente pierda el PRI, esta vez a manos del PAN en Baja California Sur, o por cuestiones coyunturales, el PRD nuevamente gane la gubernatura. Lo cierto es, que con todo y las visitas de Beatriz y Enrique a la península, el PRI hilvanará una segunda derrota consecutiva.

La estrategia de las alianzas pensadas por el PRD y utilizadas como clavo ardiendo por el PAN para impedir la restauración Priísta, están dando resultados prácticos. Quizá, como muchos analistas lo vienen diciendo, estas alianzas no contribuyan en nada a la democracia y a una nueva “representación” en el poder de las causas sociales y populares; pero en los hechos, impiden la entronización del PRI en regiones y tesorerías claves para la elección federal.

Sin las tesorerías estatales, el PRI Nacional depende de sus prerrogativas electorales, de sus mecanismos de financiación privados –que en la lógica de la derrota priísta, no suelen ser abundantes- y también de la financiación ilegal. Además, siendo oposición en los estados, no tiene las facilidades infraestructurales para corporativizar y movilizar a sus “seguidores” en un sentido predeterminado.

Sin duda, el dinero habría sido el corazón de la alianza mexiquense, que implican: el control de las tesorerías estatales; el control de masas en los estados ganados; la “inversión” de fuertes grupos económicos nacionales y estatales, más las prerrogativas del Partido. Todo esto supone un cóctel muy vencedor. La fractura o por lo menos la quiebra de esta estrategia pondría en dudas la viabilidad de la candidatura e incluso la viabilidad del triunfo del otrora partidazo.

La ola de derrotas electorales pudiera descarrilar la propuesta peñanietista y obligar al PRI a reconsiderar el mecanismo de la selección de su candidato a la Presidencia de la República. Ya que el PAN y sobre todo la Presidencia de la República, habrá obtenido dos de sus objetivos sucesorios: 1. Desarticular la pretendida unidad priísta alrededor de las tesorerías estatales y 2. Abrirse espacios de negociación con los priísmos regionales y conseguir apoyos para su candidato en la elección federal.

Las alianzas pasan por Veracruz. En esta lógica de la desarticulación de la candidatura mexiquense, Veracruz aguarda mejores momentos para fijar una posición. Quienes hayan hecho y se hayan entregado por anticipado al palacio de Toluca, deberán matizar más y mejor sus apoyos, sobre todo, estarán en espera de los resultados en los próximos cinco eventos electorales de estos meses que vienen.

El priísmo regional veracruzano se moverá en medio de fuertes presiones para otear el cambio de rumbo. Las dirigencias formales y las jerarquías institucionales quedarán atrapadas en sus intentos por abanderar las directrices nacionales. Pero los grupos reales, los intereses locales, podrán moverse más libremente para hacer alianzas tácticas, a modo, y ver por su sobreviviencia local.

¿Quiénes se beneficiarán y quienes perderán de esta lógica política?

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