LA LUCHA POR EL AGUA

VÉRTICE POLÍTICO
Edgard González Suárez/3 de diciembre de 2011


LA LUCHA POR EL AGUA

Ahora que han tomado posesión los nuevos alcaldes de la zona conurbada: Veracruz, Boca del Río y Medellin, la gran discusión parece centrarse en quien dirigirá la dirección del Servicio de Agua potable y Saneamiento (SAS). La “discusión” que más bien parece una lucha de poder e intereses, está dirigida a ver quien de los alcaldes en cuestión tiene más fuerza para imponer a alguien de su confianza en esa posición clave para la subsistencia del entorno intermunicipal.

Desde luego que ya se han abierto flancos y bandos en torno a la gente que promueve Salvador Manzur, o la gente que promueve Carolina Gudiño, incluso se han aventurado opiniones a cerca de que esa posición será de la gente de Javier Duarte.

Lo interesante del asunto no es a que grupo de interés responderá quien dirija la dirección de SAS, sino más bien que perfil, que capacidades, que habilidades, y que sensibilidad tendrá el nuevo director para dirigir esa agencia en torno a objetivos y búsqueda de resultados benéficos para la gran zona conurbada.

Esta zona conurbada es la más importante y estratégica del Estado, y su desarrollo y bienestar esta directamente relacionada con la disponibilidad del agua, su potabilidad, su equitativa distribución, su capacidad para reciclarla y reutilizarla y su mantenimiento a lo largo del tiempo. Rodeada la zona de lagunas, ríos y mares, y contando con una zona de gran precipitación pluvial, la preocupación por el agua parecería exagerada, pero tomando en cuenta, el crecimiento poblacional de la ultima década, la extensión territorial, la falta de mantenimiento de la red de tuberías y sobre todo, la gran cantidad de aguas negras que produce esta zona y su desecho al mar, casi en su totalidad, estamos ante un gran problema de contaminación y de incapacidad para la limpieza, purificación o reutilización de esa agua de desecho.

Esto sin tomar en cuenta la necesidad de agua que hay en rancherías, poblaciones, comunidades aledañas, para consumo propio y para consumo animal, así como la utilizada para las labores agrícolas.

El año pasado fuimos testigos del daño, que la fuerza de la naturaleza, a través del agua, nos puede ocasionar: Huracanes, tormentas, desborde de ríos, etc.

Estamos, creo yo, ante la necesidad de técnicos y perfiles especializados en el manejo de este recurso, dentro de poco, ya no renovable; o por lo menos personal directivo y ejecutivo con experiencia en el tema.

La experiencia inmediata anterior dentro de SAS muestra que hay muy poco compromiso con el bienestar y la distribución de preciado liquido. La gerencia se dedicó a cobrar el servicio y a mantener los niveles intactos de su distribución. Pero como fuimos testigos ante algunos eventos naturales, los responsables directos de esa oficina, no sabían ni siquiera de la existencia de bombas,  ni su funcionamiento, ni los procesos de recolección, ni el trabajo de desasolve, ni el mantenimiento de drenajes, etc.

Según lo relata el documento patrocinado por la fundación Heinrich Böll Stiftung, denominado EL AGUA NUESTRO BIEN COMÚN, en el 2009, y  a cargo de Maude Barlow, fundadora del proyecto Planeta Azúl.

“Hoy existen dos narrativas antagónicas sobre los recursos de agua dulce de la Tierra, en conflicto desde los albores del siglo XXI. Por un lado está el poderoso  círculo de los tomadores de decisiones, los líderes de algunas potencias, las instituciones comerciales y financieras internacionales y las empresas transnacionales, que no ven el agua como parte de los ámbitos comunes mundiales ni  como un bien público, sino como una mercancía que se compra y se vende en el  mercado abierto. De otra parte está el movimiento mundial de organizaciones de  base, integrado por comunidades locales, pobres, habitantes de asentamientos  precarios, mujeres, pueblos indígenas, campesinos y pequeños agricultores que  trabajan en conjunto con los ambientalistas, los activistas de derechos humanos y los administradores y expertos del agua progresistas tanto del Norte como del  Sur global, que considera el agua como un Bien Común y se propone que haya  agua para toda la naturaleza y para todos los seres humanos. Este documento  describe la relación tensa –y mundialmente inquietante- que existe entre estas  dos grandes narrativas, y señala las maneras en las que el apuntalamiento del  concepto del agua como Bien Común, en su reafirmación de la vida, puede ser  utilizado como marco para promover y lograr justicia para todos con respecto al agua”.


Por lo cual, nuestra ciudad debería meterse a la verdadera discusión estratégica sobre el tema. De lo contrario, la crisis del agua en el planeta, provocada por la contaminación, el cambio climático y el crecimiento demográfico explosivo, es de tal magnitud que dentro de muy poco estaremos tronándonos los dedos por obtener agua limpia y suficiente para todos.

Es una lástima y muy penoso que, mientras tanto, aquí en la zona conurbada, la lucha por el agua se sigue dando en torno a intereses grupales, y expectativas de negocios particulares y menos bajo el prisma de las enormes necesidades del entorno comunitario.

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